¡Y yo que de niño llegué a llorar porque no quería parecerme a mi Mamá!
Aclaro, yo decía que me quería parecer a mi Papá porque como yo era hombre; no quería parecerme a una mujer.
¡Y bueno! Mi Mamá fue comerciante toda la vida, bien sea con establecimiento,
como en el caso del estanquillo en la casa o la tienda de abarrotes que tuvimos
cerca de “La Deportiva”, o bien cuando simplemente sacábamos al frente de la
casa una mesa, nuestro anafre, unas sillas, la charola, las cazuelas o trastes con
los guisos a servir, cebolla y lechuga picadas, salsa verde y roja; y listo: Un
“Diner”en Cd. Neza. y sin pagar $3,000.00 de “Lease” en Huntington Beach, CA.
O cuando yo la acompañaba a vender ropa que comprábamos en Moroleón,
Guanajuato. Con mis parientes del lado de los “Guzmán”
Y el caso es que me hice comerciante de cualesquier cosa que caiga en mis manos
y además, gracias a una venta que le hizo ella a la hija de unos compadres que
mis papás tenían, conocí a Martha Leticia; ¡ese día volví a nacer! Me enamoré
como en las películas, como en las novelas, en ese instante que la vi; ¡y decidí que
quería estar muy cerca de ella y no separarnos nunca jamás!
Ya vamos a celebrar 40 años de matrimonio, yo sigo enamorado, y no
concibo la vida sin ella………
¡Cosas increíbles que pasan por aquello de dedicarse uno al comercio!