Esa tarde yo venía no sé de donde como pasajero de un autobús a los que nosotros le llamábamos “ bas del artidi ” y al día de hoy no recuerdo en qué estado de ánimo me encontraba pero supongo que venía tal como la gente viene dentro de su rutina de regreso a casa, simplemente viene.
Al detenerse el vehículo en una parada llamó mi atención un hombre entrado digo yo en sus 40’s, era robusto, alto, y se encontraba llorando a grito abierto, de una manera desgarradora, con amargura y hasta donde yo vi mientras el camión bajó y subió pasajeros, ni bajo ninguno de los que veníamos en tránsito a tratar de consolarle, ni se le acercó peatón alguno que pasare a su lado para lo mismo, y a las otras personas que estaban a su lado tampoco les importaba aparentemente o tal vez ni siquiera lo escucharon.