Estábamos mi esposa y yo vacacionando en esta hermosa ciudad, sentados en una de las bancas del parque simplemente dejando pasar tranquilamente el tiempo mientras disfrutábamos de un clima espectacular y ante nosotros esporádicamente pasaba algún comerciante ofreciendo diversos productos o servicios tradicionales del área tales como: Cotorinas, algodones de azúcar, helados, un organillero, un bolero, un vendedor de títeres de madera, un vendedor de sombreros y otros más

Obviamente también éramos parte del paisaje todos los allí presentes como paseantes, había puedo dar fe: gentes de muy diversas latitudes, razas, culturas, niveles económicos y profesiones a los que nos unía la dicha de no tener prisa en ese momento por nada.

Observé a una muchacha deambulando para arriba y para abajo como sin ningún propósito al igual que nosotros, ya se sentaba en una banca, ya en el suelo cerca de la fuente, o se quedaba un momento quieta observando algo que le llamara la atención. Para cualquier persona supongo le habría parecido que ella estaba  extraviada de sí misma

Vi  también a un muchacho pidiendo limosna, es probable que nunca haya recibido atención médica especializada que le minimizara los problemas locomotores en sus extremidades lo cual provocó sin lugar a dudas la deformación ya muy notoria de las mismas, también denotaba ese tipo de miseria que te obliga a vestir las prendas hechas ya unas garras, tan delgado que ni siquiera la anemia cabía en su cuerpo.

Debo decir que no hicimos línea los presentes para preguntarle en que podíamos ayudarle, no nos disputamos el orgullo de ser los primeros en tenderle la mano, creo que ninguno dejamos de comer lo que sea que haya sido que hubiésemos comprado para tal propósito, ninguno nos dirigimos a las oficinas del Municipio para avisar que habían omitido accidentalmente ayudar a  uno de sus conciudadanos en desgracia pero que afortunadamente estaba allí ahora al alcance de la mano

En eso que uno voltea la mirada no sabe por qué hacia un lugar en lo particular me encontré con que la muchacha que mencioné previamente iba caminando hacia el muchacho, conforme se acercaba se metió la mano izquierda por su escote, hurgó dentro de su ropa intima y le dio un billete sin siquiera poner atención en la denominación

¿Tienen idea ustedes de lo miserable que me sentí y hoy sé que soy?