Toda mujer  sin importar raza, estatus social, situación económica, preparación académica, ideología, ni  religión; es hermosa de por sí por el simple hecho de ser mujer.

Todas ellas tienen al menos  una u otra gracia para atraerte, para enamorarte, para cautivarte; son realmente las Diosas del Amor en todos los niveles y en todas las tonalidades.

Pero sin lugar a dudas el milagro que se da en su vientre las revela como el centro de Universo.

La entrega de la mujer a tal tarea es un acto maravilloso, sublime; aun cuando ellas lo entiendan como parte de su condición.