No acostumbro dejar a los cercanos que se enteren de lo que me causa preocupación o me causa dolor; y a los lejanos no les importa.
Eso es una de las razones por las que escribo, porque necesito “escucharme” para poder comprenderme, para poder aconsejarme, para encontrar en mi razonamiento alguna forma de consuelo, para darme palabras de aliento o bien para concientizarme de dar marcha atrás en mis acciones; no les extrañe, es que solo yo me conozco y solo en mi confió; nunca me miento.
Otra de las razones por las que escribo es porque evidentemente es más fácil decirle las cosas a un papel o a un teclado que por ejemplo a la mujer que desearías poder tomarla y hacerla tuya ¡así, en cuanto quedas prendado de ella, dando por hecho que está de acuerdo porque también esta prendada de ti; aunque esto no fuera del todo cierto!
Podría ser también que escriba porque aquí puedo intentar hacer un poema para mi linda novia y después de corrección tras corrección y de arrojar a la basura 1000 hojas de papel tipo bond, más o menos, por fin encuentro las palabras capaces de describir la fascinación que por ella siento y la hermosura de cada uno de sus rasgos, de cada una de sus líneas, de su figura, su cabellera, y lo angelical del tono de su voz.
Por la razón que sea, lo cierto es que esto es parte de mí y en ocasiones lo uso como un bastón, en otras como un ramo de flores y en otras como una espada; pero me es imprescindible para vivir.