Yo necesito hacer contacto con tu piel, siempre que me dispongo a dormir placenteramente.
Y al abrir mis ojos necesito mirar al interior de los tuyos, para preguntarles si siempre me vas a amar.
Cuando he tenido que sufrir un intenso dolor, solo mi comunión contigo puede aliviar mi mente.
Y es que la fortaleza que necesito proviene de tu interior, y con tu cariño siempre lo puedo lograr.
Recuerdo que apenas comenzábamos a tratarnos, y yo te propuse matrimonio apresuradamente.
Parecería ante tanta prisa que de amor yo estaba loco; ¡desde luego!, tanto que no lo quiero ni ocultar.
Estoy cierto que nuestro amor fue inmenso desde su inicio, fue intenso, siempre allí; presente.
Hubimos pues de sellar nuestras vidas para pertenecernos eternamente, aun después de marchar.
Y bueno, comenzar a vivir en pareja fue como un cuento de amor, que escribimos apasionadamente.
Enamorados, sin importar la pobreza, si teníamos solo dos panes en la mesa; no nos iba eso a angustiar.
Y así fuimos recorriendo todo el camino y sus veredas, que salieron ante nosotros acompasadamente.
Lo único que nos importó siempre era amarnos, ¡nada más importante en nuestro diario peregrinar!
Y al igual que en casi en todas las historias, también vivimos momentos tristes desafortunadamente.
A las parejas que se aman, el tener problemas con la salud de sus hijos fácilmente les puede desquiciar.
De cualquier manera vivimos lo que teníamos que vivir, y al final todo se fue dando leve o abruptamente.
De lo económico ni ocuparse, la salud…. allí estamos; lo importante es que nunca nos dejamos de adorar.
Tuvimos siempre razón mi amor, lo único importante era compartir nuestras vidas incuestionablemente.
La atracción no es cosa fortuita, el amor tiene sus propias leyes, es energía; y estamos hechos para amar.
Compartir la respiración, los sueños, la pasión, la ternura y al final sentir lo mismo irremediablemente.
Y si al paso del tiempo me dejaras, querida amada mía, de inmediato te sigo; yo te voy a acompañar.