Hoy desperté con un muy marcado sentimiento de soledad, de hastío; de amargura.
¿Y cómo no? Si me encuentro solo en la vida, ¡desesperadamente solo!….. Vacio.
Tal vez no supe vivir, tal vez fue mi destino, o es lo que Dios había dispuesto para mí.
Y recapacitando en mis acciones, ¡no lo merezco!, nunca le he hecho un mal a nadie.
Entonces decidí sin mayor razonamiento salir a buscarme una razón para vivir.
Alguien tal vez de quien enamorarme, alguien a quien ayudar, o al menos una mascota
Caminé por horas y por todos recovecos de nuestra ciudad, ¡ciertamente preciosa!
Comenzaba a perder la fe, se me estaba acabando el ánimo, el optimismo, pero sucedió.
Enfrente de mí, entre esas plantas que sirven de ornato, para quitarle el color de cemento; a un estacionamiento como hay tantos.
Apareció, o quiero decir, me llamó la atención, una flor blanca en botón, pequeña, humilde, y solitaria; que pareciera que me estaba esperando.
Vino entonces a mí, como llega de pronto la conciencia de que existe un Dios, la idea de que esa es la manera como el amor se presenta a tu vida.
Apenas como una promesa, tal vez por medio de una sonrisa, quizá por una mirada, pero como preámbulo de una verdadera razón para vivir.