Lo que queda de mi es tuyo

Está muy bien el procurarse todo lo que deseamos y no arrepentirse de lo que hemos podido vivir, no íbamos a tener otra oportunidad, sea lo que sea, siempre y cuando se esté dispuesto a pagar el precio; generalmente siempre te pasan la factura justo en su momento.

Por eso te amo, por eso te quiero, te necesito cerca de mí, es la única vez que voy a atener la gloria de disfrutarte, ¡me falta tiempo para estar contigo!

Es la última vez también que voy a tener la oportunidad de lograr lo que la gente llama “el triunfo”, y me refiero desde luego a lo económico y la cuestión esa de “tu estatus”, en lo social. Yo soy de los que creen que no basta ser “un luchador”, más bien, hay que lograr ser “un vencedor”.

Porque lo realmente necesario lo he portado desde que tengo conciencia, siempre he creído que soy importante, atractivo, cautivador, varonil, caballeroso e inteligente.

¿O qué? ¿Les gustaría más que dijera que siempre fui poco notorio, tímido y acomplejado, prudente y cauteloso, incapaz de romper una regla y respetuoso de todo lo establecido?

NO, simplemente NO. Y bendigo a todos aquellos que colaboraron a darme la formación de lo que soy, de algunos lo heredé, de otros los aprendí, algunas características las desarrollé y las que no; “de plano me las agencie”.

¿Qué no hice dinero?
Si lo hice ¡pero lo derroché!

¿Que no triunfé en mi carrera laboral?
Si lo hice, ¡y respondí con profesionalismo, dedicación y dinamismo! Aunque en su momento no entendí que había habido muchos factores a mi favor que me ayudaron, creí que era solo mi capacidad y suponía que en cualesquier lugar que me parara iba a tener el mismo nivel, y también el pago. ¡Me equivoqué!

¿Que fui un vicioso?
¡Sí, sí, claro que sí! Vicioso del Amor, vicioso del trabajo, vicioso de alimentar mi ego, de soñar, de adrenalina, y también de las parrandas, fiestas y francachelas…y ahora que recuerdo: Ya tiene como 27 años que no tomo bebidas alcohólicas y resulta que tenía planeado el tomarme una botella de “Grand Marnier” cuando estuviera en mi último lecho…

Y para acabarla de acabar; ¡se me olvidó! Cuando tuve la oportunidad pero, no importa, lo genial es que no recuerdo haber tenido miedo o desesperación a la muerte, es cierto que me tenían bajo el efecto de la morfina pero; yo como que nunca creí en mi supuesta realidad. Creo que nunca, ni al “Padrecito ni al Doctorcito les creí”

Y con haberme levantado de ésa, y sumando los accidentes de carro, los pleitos con tantos gañanes, las dos veces que me apuntaron con una pistola los gandayas, la vez que me pusieron la navaja en la garganta, cuando un amigo mío y yo contuvimos el ataque de 13 “Calígulas”, ¡Bueno!…..

Cada quien vive lo que le toca, de hecho uno hace lo que puede y de acuerdo a su formación y a sus capacidades, no es cuestión de moral, ni de religión ni de leyes; todo eso es subjetivo.

¡Estoy listo para cuando quieras Señor!, pero mientras voy a seguir viviendo plenamente.
Al fin y al cabo aquí voy a estar cuando tú quieras, luego nos vemos de todos modos….

Bye…