Hermana de mi Señor Padre y la última de la Dinastía Silva-Velázquez, 91 años de edad; siempre dulce.
Tuve el privilegio de comunicarme telefónicamente con ella hace un par de días y me dejó como siempre con la dulce sensación de que ella me quiere mucho, desde mi niñez era muy cariñosa conmigo, y bueno, definitivamente debe influir el hecho de que soy el primogénito de su hermano más pequeño; quien además llevaba el nombre de su Padre, de mi abuelito; Teófilo.
Algo muy característico es el nombre por el cual me llama: Carlis
Y Carlis fui para Meche, para el Chato, el Gordo, el Fede, Carmelita, el Chuy, el Mandis y Julis. Lamento que dos de ellos se me hayan adelantado y además; desde hace ya tanto tiempo. Quiero que sepan que, a excepción de que yo solo me engañe, desde luego que recuerdo a mi tío Jesús, recuerdo sus utensilios de trabajo y tengo muy claro que dominaba el oficio de zapatero.
Esos recuerdos los ubico un poco después, tal vez unos 3 o 4 años, con la imagen que tengo en mi memoria de cuando mi abuelito andaba acomodando unas lajas en su patio, cerca de el boiler al que se le alimentaba con como bolsas de aserrín, o algo así, y en donde por cierto, una ocasión me encontré un rollo de billetes, y desde luego que yo sabía que era dinero pero lo regresé a mi abuelita; él ya se había ido.
Regresando a la plática respecto a mi abuelito y yo, yo apenas y caminaba más o menos bien, y él de pronto se acercó a mí y me tomó la mano izquierda, me hizo extenderla, colocó en el centro de ella una cochinillita y me hizo que con el índice de la mano derecha la tocara; a fin de que la cochinilla se “enconchara” para su protección.
Pues ahora el punto es que después de que yo saludé a mi tía, como les contaba, la comuniqué con Carlos, uno de mis hijos, que la recuerda perfectamente y ¡adivinen por favor con qué nombre se dirigió a él!………………………………..¡Carlis!